Fue Rafael Alberti quien nos enseñó que: “No es más hondo el poeta en su oscuro subsuelo / encerrado. Su canto asciende a más profundo / cuando, abierto en el aire, ya es de todos los hombres”. Por eso, mi lugar y el de mi poesía está, decididamente, con el ser humano, sin distinción de creencia, religión, raza o sexo, y empeño todos mis esfuerzos por rescatar de nuestra historia todo lo bueno que tiene el Humanismo y su legado y hacer de esta idea gallardete de mi forma de pensar, de escribir y de vivir.
Mi poética se sujeta a un Humanismo al servicio de los otros, en términos globales, de especie, siguiendo la formulación del sujeto de Franz Hinkelammert: “Yo soy, si tú eres”, tras descubrir que mi otro yo se encontraba en el prójimo, en los más débiles, en los ausentes, en los invisibles, en los exilados, en definitiva, en los NADIES. De allí, que mi poesía pretende abrazar a todos los seres humanos, porque he llegado a entender que en esa inclusión, en esa aceptación, es donde el ser se completa como persona: completamente persona.