Nunca fui tan hermosa como ahora que sé que tú me amas. Nunca este rumor de océanos en mi vientre, nunca este viento de quebradas en mis manos, nunca mi cabello prendido de hogueras ni esta ambrosía en mis labios. Nunca mis piernas de perfiles ligeros ni mis caderas esbeltas como gacelas, nunca en mis pechos arroyos transparentes ni estos cauces recorriendo mi espalda. Nunca, nunca, nunca…
Se desborda el manantial de mis ojos al saber que me piensas dulce, perfumada, infinita. Y me abrazo a tu memoria, y tus palabras se tornan guirnaldas en mis noches mientras te espero joven, agraciada, generosa, ahora que sé que tú me amas.